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Por:Padre Francisco Gilberto Arias Escudero
La real academia queriendo dar un significado al “cinismo”, habla de aquel que no siente vergüenza en el mentir, o en la defensa y practica de sus acciones vituperables.
En la antigua Grecia se considera a Antístenes, discípulo de Gorgias y Sócrates, como el fundador de la escuela cínica, quien la funda en un gimnasio llamado “cinosarges” (sepulcro del perro) de donde parece provenir el nombre de la escuela cínica. Antístenes vivía según su propia ley y rechazaba las leyes establecidas, las convenciones sociales, las normas y las instituciones. Predicaba una vuelta a la naturaleza y su objetivo era alcanzar la felicidad que sólo la lograría dependiendo de sí mismo. Lo fundamental es, pues, la autarquía o autosuficiencia del individuo.
Diógenes de Sinope fue la imagen del verdadero cínico: un sabio descuidado, burlón y sarcástico. Su forma de vida era agresiva, contraria a todo comportamiento social. Vivía en un tonel y buscaba a plena luz del día con un candil, nada menos que al “hombre”, demostrando de esta forma el desprecio por sus conciudadanos. El prototipo del transgresor, pues característico de los cínicos era no someterse a ningún valor tradicional ni norma social. El cinismo propone una libertad radical de pensar, de acción y de palabra. Adopta modos de vida que escandalizan a la sociedad. Se proclama cosmopolita y liberado de cualquier obediencia a las instituciones, convenciones o leyes.
El adjetivo cínico se utiliza para señalar a una persona que muestra alguna forma de indiferencia por el esquema de valores aceptados socialmente. Se define como desvergüenza en practicar o defender acciones censurables que se identifican con cierto rasgo de impudicia. El cínico confunde lo verdadero con lo eficaz justificando así su acción. Piensa que el fin justifica los medios.
Actualmente la palabra “cínico” ha sufrido una evolución, de forma que es difícil asociarla a los lineamientos de la antigua escuela griega, aunque lejanamente pueda conservar algunos elementos que la caracterizaron. Hoy se designa como persona cínica a alguien que miente descaradamente, pues sus palabras desdicen claramente de lo que realmente piensa. También se suele asociar con el comportamiento, es decir, alguien que afirma algo que se opone radicalmente a su conducta personal. Pero igualmente se puede decir de alguien que actúa sin ningún decoro, sin importarle lo que piensen los demás, o si con su comportamiento ofende o molesta a otros. El cínico es alguien que ha perdido sensibilidad moral, afectiva y social, de tal forma que orienta su vida de forma pragmática persiguiendo el fin que pretende y pasando por encima de normas, personas y afectos.
El cínico es un parásito de la civilización, vive de negarlo como decía Ortega y Gasset, por el mismo motivo que está convencido de que no fallará. En su gran mayoría los cínicos son románticos aplastados, que han sido heridos, por ello son sensibles y su cinismo no es más que un caparazón que protege aquello que aun vive en ellos. No hay nada que deprima tanto como el propio cinismo. Cuando un cínico toma el poder, la opresión no tiene límites. La persona cínica sufre de miedo, es por eso que usa el cinismo como arma para no ser descubierto, a su vez viste al cinismo de sabiduría siendo realmente todo lo contrario y considera el cinismo, como una ceguera autoimpuesta, para poder protegerse de ser lastimado.
El peor defecto que puede acompañar a un gobernante es que sea cínico, ya que con esta actitud ofende la veracidad, la prudencia, la justicia, ya que propone una libertad radical en el pensar, en la acción y en la palabra, con la adopción de modos de vida que escandalizan la sociedad, proclamándose cosmopolita y liberado de cualquier obediencia a las instituciones, convenciones o leyes. El cínico es un deformador de la conciencia moral, ya que, al querer acallar la voz interior, termina haciéndose creer a si mismo que está haciendo lo correcto y obrando el bien.
Mi abuela solía decir en su refranero que un cínico es un hombre que conoce el precio de todo y no da valor a nada. El cínico suele mentir descaradamente y defiende de manera deshonesta, todo aquello que merece general desaprobación.
Padre Pacho