Desde hace 43 años, la Asociación de Enfermería Oncológica Colombiana rinde homenaje a una pionera: Esperanza Ayala de Calvo. Esta enfermera, cuya tenacidad y dedicación dieron vida a la primera especialización en enfermería oncológica del país, se convirtió en un referente de esperanza y transformación. En su honor se creó, en el año 2015, el Premio Pionero en Enfermería Oncológica, un reconocimiento que cada año destaca a quienes, con su labor, marcan la diferencia en la lucha contra el cáncer.
Este año, el evento de premiación tuvo lugar en el Hotel Termales del Otoño. El ambiente estaba cargado de expectativa y emoción, debido a las valiosas contribuciones de los enfermeros y enfermeras que, con acciones innovadoras, han impactado la vida de los pacientes oncológicos. Entre ellos, estaba la docente de la Universidad de Caldas, Luz Ángela Correa Ramírez, quien no pudo contener las lágrimas al recibir la noticia de que había sido la ganadora de este importante galardón.
Luz Ángela, una mujer que ha forjado un camino lleno de amor y perseverancia en torno al cuidado de los pacientes que sufren los embates de esta compleja enfermedad, se encontraba como ponente en el congreso junto a sus estudiantes. «Profe, profe, ¡se lo ganó!», gritaban ellos entre aplausos, mientras ella, abrumada por la emoción, avanzaba hacia el escenario para recibir el premio que reconocía sus años de trabajo y dedicación en un campo altamente retador para cualquier profesional de la salud.
La historia de Luz Ángela comienza en un hogar humilde en Santa Rosa de Cabal, Risaralda. Desde sus primeros años en la Universidad, enfrentó desafíos significativos, como trabajar en la cafetería para costear sus estudios y caminar largas distancias para cumplir con sus prácticas.
Sin embargo, cada obstáculo resultó esencial para apreciar la importancia de un oficio que se convertiría en parte fundamental de su existencia. «La enfermería oncológica me ha permitido adquirir un estilo de vida que valoro profundamente», confiesa. «Me ha hecho un mejor ser humano».
Con más de dos décadas de experiencia en oncología, Luz Ángela ha enfocado su labor en la prevención y la detección temprana del cáncer. Desde su regreso de un doctorado en Brasil, ha implementado estrategias innovadoras en fábricas, universidades y plazas de mercado. «Creé ferias de la prevención del cáncer donde, junto a mis estudiantes, llevamos un mensaje claro y comprensible sobre la importancia del autocuidado», explica. Su enfoque ha ganado el interés de diversas entidades gubernamentales, ampliando el alcance de su misión.
Pero más allá de su labor académica y comunitaria, esta enfermera comparte que su verdadera motivación son los pacientes que ha acompañado a lo largo de su carrera. «Mis pacientes y sus familias han sido mis maestros de vida», dice con profunda emoción. “A través de su experiencia, he aprendido la importancia de vivir cada día con intensidad y gratitud, y de valorar los momentos simples que a menudo damos por sentados”.
Al final de la ceremonia, en un momento de reflexión colectiva, se compartió una frase de Eduardo Galeano: «Personas pequeñas en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo». Una verdad resonante que, en el contexto de la enfermería oncológica, cobra mucho más sentido. Esta premiación es un homenaje a la dedicación, el amor y la tenacidad de quienes, desde su vocación, iluminan el camino hacia un futuro más esperanzador en la lucha contra el cáncer.
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