Por: Marcelo Salazar V.
Presidente del Comité de Cafeteros de Caldas.
A lo largo de más de 95 años de la historia institucional cafetera en Colombia el desarrollo de las zonas productoras ha sido distinto al desarrollo del resto de regiones.
Fueron las zonas cafeteras las que por muchos años “sacaron la cara” por el país, fue en las regiones cafeteras donde más se demoró en llegar la guerra y la violencia de los grupos armados. En las zonas cafeteras, los pueblos y las ciudades que las conforman se respira el país del emprendimiento, el de la gente más amable, el del pequeño campesino laborioso y madrugador, el del transportador que no le da miedo parar a la vera del camino a recoger a quien le pone la mano o simplemente ayudar a un varado, el del jornalero agradecido a pesar de las dificultades o el de la gente de confianza y del que saluda con respeto y mirando a los ojos; en fin, la zona cafetera ha sido la región del país en donde más se ha cimentado la sociedad colombiana.
Gracias al comercio y la pujanza de las regiones cafeteras en Colombia nacieron empresas privadas de diferente índole que sirvieron para irradiar riqueza y empleos que se convirtieron en semilla para otros sectores de la economía. El país se ha beneficiado mucho de la caficultura y los cafeteros han recibido muchas veces la mano amiga del gobierno de turno para sobrellevar las múltiples épocas de crisis que los productores han vivido.
La caficultura, como otros renglones de la agricultura, se ha ido moviendo por las diferentes regiones del país, primero fue en los Santanderes, luego Cundinamarca, de allí pasó a Antioquia, el Eje Cafetero y el Valle del Cauca, más recientemente su expansión se ha dado en Cauca, Huila, Tolima, Nariño y otras regiones como las Costa o el pie de monte llanero, pero siempre bajo la tutela institucional de la Federación Nacional de Cafeteros.
Todos los gobiernos, sin excepción, han trabajado de la mano de las instituciones cafeteras en el desarrollo de las regiones con programas y proyectos ampliamente conocidos y debatidos.
La Federación ha sido objeto de ataques históricos de detractores en su mayoría respetuosos, que no han compartido sus leyes internas aprobadas por los congresos cafeteros, ha sido cuestionada en reformas y misiones, pero aplaudida por la mayoría de familias cafeteras que se han beneficiado de una u otra manera de los proyectos que ha ejecutado.
Los cafeteros han sido generosos con el país, en el pasado participaron en el desarrollo de grandes obras y proyectos de reconstrucción como los de Armero y Armenia ocasionadas por el rigor de la naturaleza y la del Palacio de Justicia de Bogotá ocasionada por la inclemencia de la toma violenta de finales del año 85 y hacia el futuro seguirá apoyando el desarrollo rural con tecnología e innovación y estará sin duda en los grandes proyectos sociales de las regiones.
Pero nunca la Federación y las instituciones cafeteras han sido atacadas como lo están siendo recientemente por el gobierno nacional.
El Comité Nacional de Cafeteros es el órgano de concertación de la política cafetera entre el gobierno y los cafeteros, como quiera que es la única junta con presencia de cuatro Ministros del Despacho con voz y voto para sus decisiones. Invitamos a la grandeza Presidencial y Ministerial para que desde esa instancia sea desde donde se teja la caficultura de los próximos 100 años.
Los cafeteros esperan respeto por las instituciones cafeteras y honran su pasado con gratitud pero ven el porvenir con la mano amiga del gobierno de turno.
Señor Presidente: el problema más grave de todos los cafeteros de Colombia está en el ingreso y no en la representatividad de sus líderes y de la Federación, esto es a todas luces evidente. Su gobierno debería dar respuesta urgente a las necesidades de ingreso de los cafeteros y no pensar en el endeudamiento como una salida alternativa a la crisis. Hay que pensar en mecanismos similares al AGC, IGEC o al PIC o la puesta en marcha de la manera urgente del Fondo de Estabilización de precios del Café.