El Cine miente mucho

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El Opinadero.com.co

Por: Germán Alberto Ossa E.

Lo confieso: Me gusta el cine más que muchas cosas. He estudiado el cine desde hace muchísimos años y con él he aprendido también muchas cosas. Hasta a soñar y a querer, y nunca creí que eso fuera posible. Con el cine aprendí hasta a desconfiar del amor, pero eso enseña y talla y forma y endurece al corazón, que, siendo frágil como un simple músculo, se pone duro como el acero, si uno así lo desea y si le ha “comido cuento” a una película que un día vio en una sala cualquiera, con una novia al lado o solo, no importa. Cuando en ella, vio a un hombre que sentía como uno, pensaba como uno, deseaba como uno y la mujer soñada, sentía como ella, pensaba como ella y deseaba como ella, y en la vida real, las emociones al sol y al agua, se confabulaban hasta el punto de permitirle a uno con ella hacer esa película en la vida real sin un director que le gritara para hacer “esto o aquello”, en medio de un set y un equipo técnico que lo grabara todo, con el sol y la lluvia decorando las tan repetidas escenas, las de siempre.

Pero vamos al grano. ¿A qué viene todo esto?; A que con mucha disciplina me puse a buscar partes de las escenografías que se han usado en el cine a lo largo de su fantástica historia, para reforzar con hechos y cosas, las historias que, hasta nuestros días, los grandes, medianos y pequeños realizadores

Cuando Gloria Nancy Monsalve la biquebradense, hizo su película “Los últimos malos días de Guillermino” en nuestra ciudad, en el año 2002, las monedas que se usaron para llenar un baúl que el niño se encuentra como tesoro en el patio de la casa de su tío en la finca donde iba a recibir el castigo por mentiroso, se hicieron con base en una moneda de plata de mi colección que se reprodujo por cantidades en un material que no era ni metal, ni parecido al oro y con una fecha que no correspondía a nada cierto. Yo gané honores y reconocimientos y algo de dinero, por colaborador y por aportarle mucho al argumento de la película. La moneda nunca se acuñó en oro y la de plata que sirvió de modelo, es de otro mundo y no se consigue por cantidades como para llenar un cajón grande que le de magia y vida a un tesoro que pudo haber sido posible, pero en dimensiones impresionantemente mucho más pequeñitas.

Mi hija hizo el papel de Salomé en la serie bíblica “MARÍA MAGDALENA”, producida por Dopamine y Sony Pictures Televisión para TV Azteca, cuyo drama está basado en la vida de María Magdalena y que fuera escrita por Lina Uribe, Darío Vanegas y Jaqueline Vargas, cuya producción ejecutiva es de Daniel Ucros y Juan Pablo Posada. Está protagonizada por los colombianos María Fernanda Yepes como el personaje titular y Manolo Cardona como Jesús. ​

Se estrenó inicialmente en Panamá el 15 de octubre de 2018 en TVN, y concluyó el 1 de febrero de 2019. ​ El 18 de febrero de 2019 se estrenó en México a través de Azteca 7 en el horario de la mañana. El 21 de marzo de 2019, TV Azteca optó por emitir el último episodio al aire, correspondiente al episodio 20.  Un mes después de que salió del aire en México, Netflix anuncia la adquisición de la producción para estrenarse y por streaming, estando disponible desde el 19 de abril de 2019 y en estos momentos la están pasando en Brasil.

La historia transcurre en la época de Jesús, la que vivimos en este instante gracias a la tradición católica y ya en el capítulo segundo, María quiere justicia por lo ocurrido a su padre. Jesús, un hombre que demuestra gran compasión, hace todo lo posible por predicar la palabra de Dios. Como era de esperarse, al saber que era posible obtener al menos una, le sugerí conseguirme una tan sola de las réplicas de las que se supone, eran las monedas que vio y tocó nuestro Señor, para enriquecer y engrosar mi colección (réplica, obvio) de “monedas antiguas”, lo cual por supuesto iba a agradecer toda la vida. Y fue un hecho, le obsequiaron una de tantas, que aún poseo y la verdad, “siendo antigua, vieja, rara, exótica”, nada tiene que ver con el momento histórico, el metal original, ni las imágenes que aparecen en su cara y su anverso. La producción se limitó a reproducir por puñados, unas monedas que nunca se dejaron ver al detalle, pero que sonaban a viejas, sabiéndose que las mismas, son impresionantemente hermosas, y que, en su mayoría, reposan en unas urnas muy sofisticadas de importantes Museos históricos y en unas muy pequeñas pero hermosas colecciones de refinados coleccionistas en este mundo que saben para qué es el dinero.

Valga la pena darle el crédito a nuestro amigo Gregorio Cortés, uno de los hombres que en nuestro país es de los que más saben de MONEDA ANTIGUA del mundo, quien nos ilustra sobre esas encantadoras monedas que existieron en la época que Jesús puso los pies sobre esta tierra, texto que pueden disfrutar en su totalidad:

 

 

 

 

“Monedas que conoció Jesús de Nazaret.

“De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.” (Mat. 5:26)

“En tiempos de Jesús había en circulación no sólo monedas romanas sino también griegas, sirias y egipcias, que en algunos casos contaban con imitaciones locales de valores variados.

La moneda más común era: (1) El denario romano, una moneda de plata que representaba el salario diario común de un obrero, (2) El equivalente griego era la dracma, mencionada sólo en Lc. 15:8. Algunas dracmas acuñadas localmente tenían menos valor. (3) Las “dos dracmas” de Mt. 17:24 probablemente se acuñaban en forma local utilizaban para pagar el impuesto del Templo. (4) Las “piezas de plata” (Mt. 26:15; 27:3,5,6,9) probablemente eran tetradracmas, e.d. una moneda equivalente a cuatro dracmas y que correspondía al siclo del A.T. (comp. Zac. 11:12,13). (5) Pero las monedas de plata que en Hch. 19:19 se llaman “piezas de plata “, probablemente eran dracmas griegas. (6) El estatero, una moneda de plata equivalente a cuatro dracmas griegas o un siclo, se menciona en Mt. 17:27. Era la cantidad exacta de impuesto para dos personas, e.d. Cristo y Pedro. Los estateros de oro, no mencionados en la Biblia, pesaban la mitad de un estatero de plata. El áureo romano, una moneda de oro, no se menciona en el N.T. excepto indirectamente como “oro” en Mt. 10:9. Muchas monedas se acuñaban en cobre o bronce. (7) Una moneda a la que se llama “cobre” (gr. chalkos) en Mt. 10:9, y “dinero” en Mr. 6:8; probablemente una pequeña moneda griega o romana de poco valor, aprox. 1/32 de denario (e.d. la paga por 15 minutos de trabajo de un jornalero). (8) Un “cuadrante” (Mt. 5:26; Mr. 12:42) no valía prácticamente nada, y era aproximadamente la mitad del valor del “cobre” (véase número 7). (9) Cuatro cuadrantes hacían un cuarto (gr. assarius) (Mt. 10:29; Lc. 2:16), aprox. 1/16 de denario. (10) La blanca (gr. lepton), la moneda de menos valor (Mr. 12.V 12:59; 21:2), era la mitad de un cuadrante y valía aprox. 1/128 de denario.

Las sumas de dinero se indicaban por “minas” (gr. mna), que correspondían a 100 denarios, y por “talentos”, equivalían a 6000 denarios.

Monedas y coste de la vida en tiempos de Jesús de Nazaret.

El valor de la moneda no equivalía al de su contenido en metal precioso. Se puede estimar que el denario, la moneda de referencia, era 1,6 a 2,85 veces más que el del valor de la plata que contenía.

La autoridad para acuñar monedas de oro o plata sólo la tenía el emperador romano (en tiempos de Jesús primero Octavio Augusto y luego Tiberio), y las acuñaciones de las monedas de alto valor se centralizaban en Roma. Estas monedas eran las interesantes para la maquinaria recaudadora de impuestos. En cuanto a las monedas de bronce y cobre había más permisividad y Roma permitía que se realizaran acuñaciones locales por parte de los reyes-cliente o por parte de sus gobernadores provinciales. En el año 18 a.C. Augusto realizó una reforma monetaria que dejó el valor y conversiones de monedas como se indica en este documento.

Las monedas oficiales del imperio romano y sus provincias eran éstas:

Aureo (latín Aureus): era la moneda más alta, hecha de oro. Equivalía a 25 denarios o 400 ases.

Quinario de oro (latín Denarius Aureum o Quinarius Aureus): era medio aúreo, de oro, es decir, 12 denarios y medio.

Denario (latín Denarius Argenteus): era la moneda oficial del Imperio romano, hecha de plata, réplica del antiguo dracma griega. En la época de Jesús valía 16 ases. Empezó valiendo 10 ases (de ahí la palabra denario) pero en la época de Jesús se había devaluado a 16 ases. Tenía por una cara un busto del emperador y por el otro solía tener motivos religiosos romanos, como el lituum o cayado de los augures y vasos ceremoniales. Pesaba unos 3,36 g, un octavo de onza (27 g).

Quinario de plata (latín Quinarius Argenteus): o medio denario, hecho también en plata, equivalía a 8 ases.

Sestercio (latín Sestertius): solía ser una moneda de bronce, aunque podía hacerse de plata, era la cuarta parte de un denario o 4 ases.

Dupondio (latín Dupondius): de bronce, la octava parte del denario o 2 ases (de ahí su nombre).

As (latín Aes): Augusto acuñó una doble serie de bronce y de latón u oricalco, difíciles de distinguir de los dupondios.

Semis (latín Semis): la mitad del as, acuñada en una doble serie de bronce y latón u oricalco.

Cuadrante (latín Quadrans): la cuarta parte del as, era de bronce.

Sin embargo, en la zona de Judea y sus alrededores, y en el resto del mundo conocido, se usaban otras monedas que eran usadas localmente de forma preponderante sobre las monedas oficiales. Nunca eran de oro, pues este metal estaba reservado para las monedas imperiales, y solían ser de plata y bronce.

En la zona hebrea:

Siclo de Tiro: era un shekel (ver más abajo) acuñado en Tiro con el que estaba obligado todo judío a realizar el pago de los tributos al Templo, que era de medio siclo al año por persona. Esta era la razón de la existencia de cambistas en los recintos del Templo, que tan poco gustaban a Jesús, que como usureros se llevaban una jugosa comisión por realizar el cambio de moneda. Equivalía a cuatro denarios de plata. Las famosas treinta monedas que se pagó a Judas por su traición se cree que eran siclos.

Zuz (vocablo hebreo, plural zuzzim): de plata. Era una moneda equivalente al denario y a la dracma que estuvo en uso antes de que el territorio judío cayese bajo dominio romano y que volvió a ser acuñada por los propios judíos durante la revuelta de Bar Kochba, pero que durante el período de la vida de Jesús fue desautorizada en favor del denario romano. Sin embargo, debido a su popularidad entre los judíos, es muy posible que en ciertas regiones continuara en uso de un modo subersivo y en la sombra. Aunque se usa este término de forma intercambiable con el denario, en realidad el zuz originalmente se equivalía a la dracma griega que era un cuarto del tetradracma griego, unos 17 gr de peso, mientras que el denario era un cuarto del siclo tirio (o siclo judío para el pago del impuesto) o del tetradracma de las provincias del imperio romano, unos 14 gr de peso. Por tanto, tenía algo más valor que la dracma habitual en las provincias, y ahí que fuera preferido por los judíos…

Fascinante historia.

Ojalá se hubiera copiado alguna de tantas en esta Serie y/o en muchas de las películas que muestran a Jesús entero, completo, con todos sus atuendos, su voz, sus gestos, sus ojos y sus palabras, la posibilidad de acercarnos a lo verosímil aumentaría!!!

 

 

 

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