Héctor Arango: El periodista viajero de Manizales que se volvió ermitaño y peregrino del mundo

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El Opinadero.com.co

Por: Diego Mariño

En el tranquilo municipio de Carolina del Príncipe, en el corazón de Antioquia, Colombia, nació un hombre destinado a recorrer el mundo y vivir sus experiencias de viaje de manera única. Este hombre es Héctor Arango, un veterano periodista antioqueño radicado en Manizales hace varias décadas, cuya vida ha estado marcada por la pasión de viajar y convertirse en lo que él llama, “un monje peregrino”.

 ¿Qué lo motiva a viajar de manera frecuentes y cuántos países conoce?

“Me motiva el dulce encanto de sentirme libre como el viento, conozco 128 países y casi todo el territorio colombiano, incluyendo el caribe, Bahía Solano y la selva amazónica”.

¿Cuántas veces al año realiza sus viajes?

“Procuro hacer un viaje anual, de unas cinco semanas de duración”.

Esperé varios meses para que Héctor emprendiera su viaje de 2023; esta entrevista se hizo, estando él en Barcelona, y yo en la ciudad de Pereira. Mi intención era que respondiera el cuestionario en un ambiente extranjero, disfrutando su pasión viajera para que sus respuestas fueran más típicas; la aplicación WhatsApp fue nuestro medio de reunión. Héctor Hernando Arango Muñoz es un paisa de pura sepa que deja ver en su forma de hablar el origen de su tierra antioqueña con algunas chispas de humor y jocosidad; es el octavo de los diez hijos del matrimonio de don José Arango y doña Anita Muñoz y es gran admirador de su coterráneo Juan Esteban Aristizábal Vásquez, el popular músico y cantante “Juanes”.

¿Dónde se encuentra al momento de hacer esta entrevista y para dónde va?

“Llegué esta mañana de Bogotá, por Avianca, y voy para Barcelona. Tenía viaje comprado para Israel y El Líbano y debí cancelar por la guerra que se desató en los últimos días. De todos modos, pienso visitar algunos lugares de Cataluña, Estambul, y recalar en Portugal en algunas de sus ciudades, especialmente en el santuario de Nuestra Señora de Fátima”.

¿Tiene la lista de sus viajes?

“La lista es larga y hasta tengo varios libros sin publicar con mis ‘bitácoras de viaje’, es que estamos hablando de 128 países visitados”.

¿Qué es lo que siempre lleva consigo en su equipaje que nunca le puede faltar?

“El cepillo de dientes, un libro con los cuatro evangelios, platica, tarjeta de crédito, dos mudas de ropa, chaqueta, una gorra y el santo rosario”.

Desde temprana edad, Héctor anhelaba descubrir lo que yacía más allá de las montañas que rodeaban a Medellín, la ciudad en la que vivía con su familia durante su juventud. Su primer atisbo de aventura llegó a los 15 años, cuando se escapó de casa y tomó un tren a Santa Marta. Ese viaje fue el catalizador que lo convirtió en un adicto a explorar el mundo por sí mismo, creyendo que viajar fomenta la inteligencia y evita el olvido.

¿Recuerda la primera vez que viajó en un avión y cuál fue el destino?

“Fue en un avión super constellation de Aerocóndor que me llevó a la edad de 17 años desde el Aeropuerto Olaya Herrera de Medellín, a la isla de San Andrés”.

¿Cuál ha sido el medio de transporte más inusual o extraño que haya usado y dónde fue?

“En camello, por el desierto del Sahara”.

¿Cuál es el lugar con la gente más amigable o amable que haya conocido?

“Los nepaleses, algunos hindús, los indios de los llanos orientales y los sanandresanos, que son verdaderamente sanos”.

¿Cuál es la comida o bebida más rara que ha consumido durante sus viajes?

“Yo no bebo alcohol, pero me encanta la comida tailandesa, hindú y el pollo a la Tandori, el pescado bacalao que se come en Portugal, el fish and chips de los ingleses, coq au vin (pollo al vino) de Francia y todos los Kebabs que hacen en los países árabes. Una vez me bajé después de un largo viaje en China, en la frontera con Hong Kong y tenía tanto filo, que vi una clase de chuzos que estaban asando y pedí uno, y como estaba tan delicioso, repetí, para luego darme cuenta que eran chuzos de perro. Pero aclaro, estaban deliciosos”.

Héctor Arango inició su carrera periodística en Medellín, el noticiero radial “Al Día” y el periódico “El correo”, fueron sus primeras experiencias laborales; luego trabajó en Bogotá para “Radio Sucesos RCN” y posterior a ello, se vinculó con el Noticiero Todelar de Colombia donde trabajó al lado de figuras reconocidas del periodismo de los años 60s como Antonio Pardo García, Jorge Enrique Pulido, Juan Darío Lara y Oscar Domínguez. Teniendo 22 años se mudó a Barranquilla y trabajó para medios como La Voz de Barranquilla y el diario El Caribe. Fue un empresario costeño quien le patrocinó su primer viaje internacional y lo llevó a Londres, donde trabajó como lavaplatos, mesero y finalmente como periodista en el servicio informativo latinoamericano de la BBC durante tres años. Luego fue llamado a laborar en el Informativo de Teleantioquia, después se vinculó con Caracol Radio en la época de violencia que causó el narcotraficante Pablo Escobar y en el año 1989 fue trasladado a Caracol Radio Manizales por temas de seguridad.

¿Se siente cómodo viviendo en Manizales?

“En esa tierra vivo y trabajo feliz, mantengo dichoso en la mejor ciudad del mundo, como es mi Manizales del alma ¡y olé! En la capital de Caldas tuve la oportunidad de ser corresponsal del Canal Caracol por varios años, además allí fundé mi propio programa de radio llamado La Opinión Pública, que tiene al aire casi tres décadas”.

Cuando se encuentra de viaje ¿hace periodismo o únicamente se dedica a disfrutar los recorridos?

“Hago las dos cosas a la vez”.

¿Le ha sido útil identificarse como periodista en alguno de sus viajes?

“Si y no. Sí, porque mi programa La Opinión Pública y el que hago con mi amigo Hugo ‘el tigre’ Cuartas, son los únicos en el mundo que tienen un corresponsal viajero haciendo crónicas de viajes de más de 128 países, y no, porque en otra ocasión para entrar a Siria, llegando de Líbano, por ser periodista necesitaba tramitar un permiso especial para ingresar a ese país, yo iba con una amiga inglesa, ella llegó a Damasco y gestionó mi ingreso a ese país”.

El también comunicador y compañero de cabina radial, Hugo Cuartas, dijo sobre Héctor lo siguiente: “Es un periodista hecho a pulso, de gran talento; desde hace más de 15 años me aceptó en su programa, soy yo quien coordina ese espacio mientras él sale a sus viajes que duran varias semanas cada año, hemos hecho una gran amistad y en muchas ocasiones soy como su polo a tierra”.

Comenzando por su propia tierra, Héctor exploró los rincones de Colombia, desde el Putumayo hasta la costa norte, pasando por la Amazonía y los llanos orientales. Incluso se desempeñó como profesor en la paradisíaca isla de San Andrés durante dos años.

¿Cuál es el lugar que más le ha gustado visitar?

“Los santuarios marianos. A mí particularmente me encanta Lourdes ubicado en las estribaciones de Los Pirineos en el sur de Francia. La unción de Lourdes es sanación de cuerpo y alma, mientras que en Fátima, está la unción de liberación y penitencia”.

¿Cuál es el sitio más lejano que ha visitado?

“Pekín, Katmandú, capital de Nepal y la Patagonia en Argentina”.

¿A qué lugar del mundo recomienda no viajar?

“A Cuba, Haití, Venezuela, toda Centroamérica, especialmente Nicaragua donde no nos quieren a los colombianos, con excepción de Costa Rica y México”.

Londres se convirtió en su base para explorar Europa visitando países como Suecia, Grecia, Egipto y Nepal, acompañado de Dolores Ayersa, una mujer argentina que conoció en Londres; con Dolores vivió durante más de dos años y en San Andrés, fundaron un periódico bilingüe llamado «Olas». Se mudaron después a una cabaña en la isla de Providencia, donde disfrutaron sus playas paradisiacas bajo la cultura y filosofía hippie.

Veo que estos viajes le han permitido conocer personas con las que luego ha tenido una relación sentimental. ¿Le ha sucedido con frecuencia?

“La lista es larga y como los marineros, una novia en cada puerto”.

¿Alguna vez le han prohibido el ingreso a un país?

“Recientemente al Líbano, porque no me dieron la visa”.

¿Cuántos pasaportes ha tenido durante su vida?

“Llevo ya seis pasaportes llenos en todas sus páginas”.

Tras el fin de su relación Héctor regresó a Medellín y al poco tiempo, emprendió un viaje épico desde Colombia hasta Argentina por tierra, con un regreso a través de Brasil y una entrada a Colombia por la selva amazónica después de más de seis meses de aventura.

¿Cuál es el error más frecuente que cometen los turistas cuando hacen viajes?

“Emborracharse, hacer turismo sexual y salir por las noches a dar papaya”.

Según su experiencia, ¿cuál es la lista de elementos ideales en un equipaje de viaje?

“Dos bluyines, tres camisetas, tres pares de medias, tres o cuatro pantaloncillos, pasaporte, cepillo de dientes y una buena mochila”.

A propósito, ¿se considera un viajero “mochilero”?

“Me considero más un periodista viajero peregrino”.

Manifiesta Héctor, que financia sus viajes con ahorros e ingresos por rentas fijas que considera un regalo de la divina providencia. Hace unos años, cuando se aprestaba a emprender un viaje de turismo sexual a Tailandia, experimentó una milagrosa aparición de la Virgen María en sueños que lo hizo cambiar de destino; a partir de esa experiencia, su vida cambió para siempre. Esto lo impulsó a visitar casi que de inmediato grandes centros de peregrinación católicos en Italia, el Vaticano y Francia, en ciudades como Fátima, Lourdes, Roma, Asís y Medugorje.

Usted es un católico practicante, ¿aparte de la Virgen María, a quién más le encomienda sus viajes?

“Después de la Virgen María, mis santos de devoción son: San Charbel, el Padre Pío de Pietrelcina, Santa Teresa de Jesús y San Martín de Porres. Te recuerdo que los patrones de los viajeros son San Rafael y San Cristóbal”.

¿Cuánto dinero en promedio invierte en sus viajes?

“Niansesabe peladito. Yo no hago cuentas. Sé que la divina providencia siempre provee. Rezo mucho esta frase para que no me falte el parné: ‘Providencia divina del Corazón de Jesús, provéenos tú’. Es cuestión de fe. Hago planes económicos yendo a hostales y albergues no costosos y en los vuelos, utilizo la tarifa económica. Ello no quiere decir que me prive de algo que me guste, no soy tímido pal gasto cuando de comprar se trata”.

¿Colecciona recuerdos de sus viajes como artesanías, reliquias o postales?

“Colecciono crucifijos. En cada lugar que visito compro uno o varios. Puedo tener más de 300 en mi apartamento-ermita (porque soy como ermitaño, vivo dedicado al periodismo y a la oración”.

Su amigo y vecino José Edwar González, considera a Héctor Arango un verdadero apasionado del periodismo y dijo ser testigo de su cambio espiritual en los últimos años:  “Héctor es muy meticuloso, un hombre de gran corazón, es muy generoso y siempre ayuda a las personas necesitadas; su vocación por la fe católica lo ha convertido en un laico que puede dar testimonio a los demás, su cambio de vida es tal, que convirtió su casa en una ermita, al mismo tiempo que su estilo de vida diario, es el de un ermitaño”.

Tiempo atrás, Héctor exploró Oriente Medio, visitando países como India, Irán y Pakistán, incluso durante el régimen de Sadam Hussein, acompañado de Dolores. Uno de sus destinos más notables fue la cuna de la civilización en Mesopotamia, la convergencia de los ríos Tigris y Éufrates, considerado el posible lugar del Jardín del Edén según textos bíblicos.

¿Cómo decide a dónde viajar?

“Trabajo a base de pálpitos. Ahora en conversión la ruta la marca el Santo Espíritu de Dios. La misión me la puso la santa madre de Dios cuando me pidió que la visitara en sus santuarios. Ello quiere decir que ahora no se trata de viajar como turista sino como peregrino haciendo trabajo de evangelizador, y yo a la madre tengo que obedecerle”.

¿Qué lugares del mundo recomienda visitar antes de morir?

“Israel, La Patagonia con sus fiordos, islas griegas, Londres y París con sus museos, gente y encantos gastronómicos”.

¿Qué viaje volvería a repetir?

Siempre Israel, Grecia, Portugal y hacer nuevamente el Camino de Santiago de Compostela, una de las mejores experiencias que he tenido en mi vida”.

A pesar de sus viajes, Héctor Arango se siente profundamente orgulloso de ser colombiano, lamenta, eso sí, que a menudo relacionen a los viajeros colombianos con el narcotráfico y con el abatido delincuente Pablo Escobar. Él cree que viajar como turista es un arte que va más allá de comprar boletos de avión y reservar hoteles costosos. Héctor elige hostales o albergues económicos, seguros y limpios, considerando que ser viajero es una filosofía de vida, mientras que los turistas suelen gastar más y regresar agotados.

¿Considera usted que el turismo colombiano es competitivo frente a la industria turística mundial?

“No, nunca. Cómo puede ser competitivo turísticamente un país donde le cobran dos millones de pesos a un extranjero por unas mojarras fritas y media docena de cervezas”.

¿La calidad de los servicios al viajero en los aviones comerciales es mejor ahora, o en años anteriores?

“Pior, hoy uno aguanta hambre, cuatro cucharadas de arroz, una presita de pollo, una ensaladita, un pancito de 200 pesos y pare de contar. Anteriormente daban abundante comida, cubiertos metálicos, platos de porcelana, vino y cerveza sin restricciones”.

Nunca repite destinos y afirma que es un fervoroso católico que lleva consigo a la Virgen María como su única compañera de viaje. Habla de forma básica cuatro idiomas, además del español: inglés, francés, portugués e italiano.

¿Se ha enfermado haciendo un viaje?

“Nunca, gracias a Dios. Él me quiere mucho, soy su hijo más mimado. Memo mima a mi mamá… ¡Mi mamá me ama!”.

¿Alguna vez ha tenido un susto viajando en un avión a causa del clima o de alguna falla mecánica?

“En una ocasión venía con mi novia, la holandesa Marina Slabbers, en un vuelo de Swiss Air que salió desde el aeropuerto Ben Gurión de Tel Aviv, y como a eso de las 4:00 a. m. se desató tremenda tormenta que impactó los controles electrónicos de la aeronave, lo que la obligó a declararse en emergencia. El hecho es que al arribar al aeropuerto de Atenas nos estaban esperando un sinnúmero de vehículos de socorro como ambulancias y bomberos. Ahh, y se me olvidaba, hace dos años iba en un avión de Lufthansa de Frankfurt a Estambul, y una hora antes de aterrizar en Goçen debimos regresar de emergencia a Frankfurt porque uno de los motores estaba ardiendo. De nuevo ambulancias y bomberos esperando en la pista. A pesar de estas experiencias nunca le he cogido miedo a los aviones. Creo que, si no hubiera sido periodista, sería piloto comercial, y por qué no, astronauta”.

¿Pagaría por hacer un viaje al espacio exterior?

“No, aún hay muchas cosas hermosas para conocer aquí en la tierra”.

Durante sus viajes a lugares católicos recibió un mensaje divino que, según él, le otorgó el don de la castidad. Desde entonces, y hace ya trece años, vive en el celibato cultivando su fe cristiana y practicando diariamente los sacramentos que le llenan de vida y motivación para seguir explorando el mundo.

¿Qué hace para pasar el tiempo durante los vuelos largos?

“Rezar”.

¿Qué países o lugares le falta por conocer?

Me falta conocer el sudeste asiático, Vietnam, Camboya, Laos, Tailandia, Birmania; siempre han sido un sueño para mí.

Héctor Arango es un ejemplo vivo para entender que, si algo se hace con verdadera pasión, como viajar, por ejemplo, se puede transformar la vida en una experiencia más espiritual que permita descubrir, ver y sentir el mundo de manera diferente. Héctor nos enseña que los viajes, más que recorridos físicos, son el camino al autodescubrimiento, a la práctica de la fe, y que no importa cómo vivamos el día a día, o qué comamos, o la manera de rezar o amar, porque finalmente, la vida misma, es un viaje permanente.

 

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